ADOPTAR UN ANIMAL NO CAMBIA EL MUNDO, PERO CAMBIA EL MUNDO DE ESE ANIMAL

domingo, 22 de junio de 2014

AIA


Creo que no hace falta decir que a mi humana, lo de escaparse a algún rinconcito perdido siempre que puede le encanta y, por supuesto, son contadas las pocas veces que no la acompaño.
Nos encanta disfrutar de la naturaleza, cuanto más lejos estemos del ruido de la ciudad y más escondida esté la casa donde nos alojemos mucho mejor. 
Pero claro, el encontrarnos con variados bichitos no muy agradables a la vista por esos lugares también va en el paquete.
A mi humano adoptivo le hace mucha gracia ver cómo mi humana, una gran defensora de los animales, enamorada del campo y muy poco urbanita, entra en estado de locura absoluto al cruzarse con una cucaracha, abejorro, saltamontes o similar, mientras Luka y yo la miramos sin dar crédito.
Pero yo tampoco voy a hablar muy alto porque, aunque por mi lado pueda pasar el insecto más grande conocido sin inmutarme, una simple bolsa vacía deslizándose por la calle sin rumbo definido puede ponerme los pelos de punta. 

Hoy quería contaros la semanita que pasamos en Aia hace ya muchos años y es que,
el norte, es de los destinos preferidos por mis humanos, guardando, con especial cariño, los recuerdos que tienen de este viaje.
Estuvimos instalados en una casa rural en este pueblito que se alza sobre la costa central guipuzcoana, entre las poblaciones costeras de Orio y Zarautz, que también me llevaron a visitar.



Nos despertábamos con el solecico entrando por las ventanas y nos esperaba este paisaje  todas las mañanas nada más abrir la puera. Así es normal que no apetezca volver a la rutina.



Pasear por esas praderas a primera hora de la mañana era increíble, pero me parece que mis humanos hubieran preferido unas horitas más de sueño, menos mal que mis tácticas para levantarlos siempre funcionan.

No quería ni imaginarme la factura del agua para poder regar un parque tan grande. . .  porque. . . ¡mira que lo tenían verde!
Pero pronto descubrí el secreto, y es que  la  lluvia nos quiso acompañar también durante muchos momentos, aunque no fue impedimento para poder presumir de haberme dado un bañito en aguas del Cantábrico.
Me llevaron a ver este restaurante, pero sólo por fuera claro, porque los peludos no podemos entrar en estos sitios, así que una foto bien acompañados y a casica a hacernos una buena comida que nada tuvo que envidiar a la que ofrecían aquí.
Tomé buena nota de todas las indicaciones que me fueron dando, eso sí, como premio por prestar tanta atención, me gané unas buenas carreras por la arena y algún que otro chapuzón.

Embobados por las vistas y encantados, volvimos a casa. 
Con ganas, siempre, de repetir.


domingo, 15 de junio de 2014

CONTANDO PRIMAVERAS

Oigo que dicen de mí que soy "un perro de casa". Nada de dormir a la intemperie ni de ir por la calle sin supervisión, los mejores cuidados, alguna cosica rica para acompañar al pienso, con derecho a un trocito del sofá y pegadica a mi humana todas las horas posibles.

Todos los perros que me rodean tienen esa suerte, pero no todos pueden presumir de poder compartir con su humano tantas y diferentes experiencias como yo.

Muchas primaveras, veranos, otoños e inviernos llevo ya junto a ella, pasando momentos duros, pero también otros increíbles. Aquí os dejo una muestra. Diferentes años. . . pero misma esencia.



Primavera entre flores, ¡menos mal que no somos alérgicas al polen!.


El verano con agüita pasa mejor



El otoño, perfecto para escaparnos a cualquier lugar


Y si en invierno encontramos nieve, ¡no se puede pedir más!

domingo, 8 de junio de 2014

CADA PASEO UNA AVENTURA

¡¡HORA DEL PASEO. . . SIIII!!. Son los mejores momentos del día. Y si mi humana no trabaja y tenemos tiempo para una larga salida. . . . eso no tiene precio.

Todo el mundo sabe que los de mi especie percibimos enseguida cuándo se acerca ese momento. Es cierto que la mayoría de las veces es porque se suelen dar a la misma hora, y tenemos un reloj interno increíble. En mi caso, ayuda mucho el que mi humana se empiece a vestir con lo que ella llama "ropa de perro" y empieza a preparar cosas como si nos fuéramos a mudar: correa, pelota, chuches, bolsas, botellines de agua. . . 

Aunque me encanta salir, lo de andar por andar sin más no va conmigo. A mi me gusta que cada paseo se convierta en una aventura. Y en eso mi humana y yo somos expertas.
Como nos gusta ir por sitios poco transitados, nos metemos campo a través, por donde es más complicado y casi siempre está más embarrado. A mi me encanta porque todo se vuelve más interesante, aunque si nos acompaña mi humano adoptivo nos limitamos a dar paseítos como el resto de los mortales, porque dice que esos son caminos de cabras y que tenemos que ir por donde van las personas civilizadas. 

Pero cuando mi humana, mi hermana perruna Luka y yo nos vamos por el monte, me lo paso pipa olfateando los rastros de los conejos y persiguiendo a los que corren a toda prisa hacia los cados. Tengo que reconocer que yo no tengo la vitalidad de antes, pero Luka sí, cómo disfruta. . . y mi humana nos deja porque nunca alcanzamos ninguno.

Hemos vuelto a casa con más de un arañazo por las zarzas, rasponazos al resbalar por las grandes pendientes o de barro hasta las orejas, con más de un gorrión caído del nido o contando que hemos salvado algún erizo de morir atropellado, y aunque a mi humano adoptivo no le gusta mucho nuestra pasión por lo desconocido, él siempre está ahí, cuando volvemos como si de la guerra se tratase, con algún animalillo transquilado o con muchas ganas de contar alguna anécdota que nos ha ocurrido.

La verdad es que disfrutamos mucho las dos, bueno, las tres, desde que hace ya un tiempo comparto aventuras con Luka, pero esa historia la dejamos para otro día.


Mis visitas. . . gracias

Tradúceme