Qué suerte encontrarme durante el paseo con un buen palo. Ni yo misma sé cómo puede hacerme pasar tan buen rato un simple trozo de madera. Correr a por él cuando me lo lanzan, seguir su rastro hasta encontrarlo cuando me lo esconden, roerlo o incluso, para ser sincera, comérmelo.
Cuando le echo el ojo a mi objetivo mi humana enseguida se da cuenta de lo que ocurre porque, con la cabeza bien erguida, espero que entre al juego y participe conmigo de ese descubrimiento. Entonces, si está de buenas, porque esa es otra, que parece ser que hay días que los palos estropean los dientes y otros que no. . . qué raros estos humanos. . ., un sólo gesto que me haga y ahí que me lanzo.
Sin embargo, tengo que confesar que de lo mejor que me puede pasar durante el paseo es encontrar una piña. Para mí es como encontrar un tesoro, aunque deben estar muy solicitadas porque, según por donde vamos, no me cruzo con ninguna.
Pero un día mi humana hizo que cambiara mi perspectiva, que una nueva dimensión se abriera ante mis ojos, y es que me enseñó que sí que están ahí, sólo que no en el suelo, que era donde hasta entonces yo las buscaba, sino colgadas en las ramas de los árboles. Era como un sueño hecho realidad, cientos de ellas, divisando desde lo alto a los peludos que pasamos por debajo ignorando tal grandeza. Me pregunto si con los que me cruzo cada día son conscientes de esta maravilla. Yo, por si acaso, me lo guardo para mí, no se corra demasiado la voz y me quede sin existencias.
Ahora, cuando me encuentro uno de estos árboles tan particulares, que ya he aprendido a reconocer, me planto debajo y mirando a mi humana espero, mientras se me hace la boca agua, que no estén muy a desmano para que, con su nada llamativa altura, alcance alguna y pueda hacer mis delicicas durante los dos minutos que tardo en desintegrarla. A veces, a la pobre le cuesta más conseguirme una que lo que yo tardo en destrozarla, pero tampoco se lo pasa mal probando las diferentes estrategias que se le van ocurriendo para que yo no me quede con las ganas.
ADOPTAR UN ANIMAL NO CAMBIA EL MUNDO, PERO CAMBIA EL MUNDO DE ESE ANIMAL
viernes, 1 de agosto de 2014
domingo, 20 de julio de 2014
EL MOLINO DE BRETÚN
Además, mi humana decía que el clima de allí me sentaba muy bien, que hacía tiempo que no me veía tan activa, como antes de ponerme enferma, y es verdad, hasta Luka se sorprendía de verme ir la primera en todas las excursiones; ella, que es la que normalmente me tiene que ir esperando siempre y me suele echar la bronca cuando me quedo muy atrás.
Aprovechando los pocos rayos de sol que tuvimos nos fuimos a ver la Laguna Negra, una preciosa laguna de origen glacial situada en uno de los parajes más bellos de Soria. |
Después emprendimos la subida al Pico de Urbión, obligatorio
fue una parada para contemplar las bonitas vistas.
|
Y yo estaba tan agustico
que, aunque todos me estaban esperando para seguir, yo no me quería ir. Pero no podía esconderme, no paso muy
desapercibida, ¿verdad?.
|
domingo, 6 de julio de 2014
LUKA
Hoy quiero presentaros a mi otra compañera de aventuras, Luka.
Mi humana decidió adoptarla hace poco más de un año.
Con seis añitos a sus espaldas y preñada fue abandonada por su dueño en la perrera de Navarra. Y aunque las "Txicas de Etxauri" hacen lo que pueden para que pueda llevarse mejor el vivir encerrado en una jaula, las horas allí pasan despacio, los días se hacen eternos, lo único que puedes hacer es esperar a tener la suerte de que alguien te de la oportunidad de volver a vivir.
Luka la tuvo, la asociación "Mascotas y Tú" la sacó de allí, y en una guardería pasó un añito hasta que mi humana se cruzó en su camino.
No tenía pensado aumentar la familia. Siempre le oía decir que, por mi enfermedad, yo le ocupaba todo su tiempo libre, y la verdad es que yo, que hasta entonces había sido la reina de la casa, tampoco me veía compartiendo todo lo mío con otro peludo.
Pero Ella dice que fue amor a primera vista. Le llamó la atención el que fuera la única que, aún deseando ser la elegida para salir a pasear, esperara sentada en la puerta de su chenil tranquila, sin ladrar, sólo observándote y pidiendo en silencio un ratito de libertad.
Y aunque veo a mi humana pasando el aspirador más que antes, poniendo más lavadoras, recogiendo a todas horas nuestros juguetes y con ojos hasta en la nuca cuando salimos a pasear, también la veo más feliz, porque gracias a Luka ha aprendido a disfrutar otra vez de mí.
Y qué puedo decir yo de ella. . .ya le dejé claro que yo no juego con otros perros y, aún así, está siempre pendiente de mí, esperándome en los paseos los días que estoy más torpe y, como hermana pequeña que es, imitando todo lo que hago. La verdad es que nos compaginamos a la perfección.
Mi humana sólo tiene elogios para ella, dice que es obediente, lista y buena. Le parece increíble que los pequeños traumas con los llegó se hayan desvanecido y el equilibrio esté tan presente en ella.
Mi humana decidió adoptarla hace poco más de un año.
Con seis añitos a sus espaldas y preñada fue abandonada por su dueño en la perrera de Navarra. Y aunque las "Txicas de Etxauri" hacen lo que pueden para que pueda llevarse mejor el vivir encerrado en una jaula, las horas allí pasan despacio, los días se hacen eternos, lo único que puedes hacer es esperar a tener la suerte de que alguien te de la oportunidad de volver a vivir.
Luka la tuvo, la asociación "Mascotas y Tú" la sacó de allí, y en una guardería pasó un añito hasta que mi humana se cruzó en su camino.
No tenía pensado aumentar la familia. Siempre le oía decir que, por mi enfermedad, yo le ocupaba todo su tiempo libre, y la verdad es que yo, que hasta entonces había sido la reina de la casa, tampoco me veía compartiendo todo lo mío con otro peludo.
Pero Ella dice que fue amor a primera vista. Le llamó la atención el que fuera la única que, aún deseando ser la elegida para salir a pasear, esperara sentada en la puerta de su chenil tranquila, sin ladrar, sólo observándote y pidiendo en silencio un ratito de libertad.
Y aunque veo a mi humana pasando el aspirador más que antes, poniendo más lavadoras, recogiendo a todas horas nuestros juguetes y con ojos hasta en la nuca cuando salimos a pasear, también la veo más feliz, porque gracias a Luka ha aprendido a disfrutar otra vez de mí.
Y qué puedo decir yo de ella. . .ya le dejé claro que yo no juego con otros perros y, aún así, está siempre pendiente de mí, esperándome en los paseos los días que estoy más torpe y, como hermana pequeña que es, imitando todo lo que hago. La verdad es que nos compaginamos a la perfección.
Mi humana sólo tiene elogios para ella, dice que es obediente, lista y buena. Le parece increíble que los pequeños traumas con los llegó se hayan desvanecido y el equilibrio esté tan presente en ella.
Esa mirada pedía que la llevaras contigo. Mi humana no pudo resistirse. . . |
El calor de un hogar y sentirte como uno más de la familia hace magia. La felicidad en ella puede palparse. |
Pronto aprendió a relajarse. A una buena vida se acostumbra uno enseguida. |
Verla saborear cada momento no tiene precio. |
PARA MI HUMANA NOSOTRAS NO SOMOS TODA SU VIDA, PERO HACEMOS SU VIDA COMPLETA.
domingo, 22 de junio de 2014
AIA
Creo que no hace falta decir que a mi humana, lo de escaparse a algún rinconcito perdido siempre que puede le encanta y, por supuesto, son contadas las pocas veces que no la acompaño.
Nos encanta disfrutar de la naturaleza, cuanto más lejos
estemos del ruido de la ciudad y más escondida esté la casa donde nos alojemos
mucho mejor.
Pero claro, el encontrarnos con variados bichitos no muy agradables a la vista por esos lugares también va en el paquete.
Pero claro, el encontrarnos con variados bichitos no muy agradables a la vista por esos lugares también va en el paquete.
A mi humano adoptivo le hace mucha gracia ver cómo mi humana, una
gran defensora de los animales, enamorada del campo y muy poco urbanita, entra en estado de locura absoluto al cruzarse
con una cucaracha, abejorro, saltamontes o similar, mientras Luka y yo la miramos sin dar crédito.
Pero yo tampoco
voy a hablar muy alto porque, aunque por mi lado pueda pasar el insecto más
grande conocido sin inmutarme, una simple bolsa
vacía deslizándose por la calle sin rumbo definido puede ponerme los pelos de punta.
Hoy quería contaros la semanita que pasamos en Aia hace ya muchos años y es que,
Hoy quería contaros la semanita que pasamos en Aia hace ya muchos años y es que,
el norte, es de los destinos
preferidos por mis humanos, guardando, con especial cariño, los recuerdos que
tienen de este viaje.
Estuvimos instalados en una casa rural en este pueblito que se alza sobre la costa central guipuzcoana, entre las poblaciones costeras de Orio y Zarautz, que también me llevaron a visitar.
Nos despertábamos con el solecico entrando por las ventanas y nos esperaba este paisaje todas las mañanas nada más abrir la puera. Así es normal que no apetezca volver a la rutina.
Estuvimos instalados en una casa rural en este pueblito que se alza sobre la costa central guipuzcoana, entre las poblaciones costeras de Orio y Zarautz, que también me llevaron a visitar.
Nos despertábamos con el solecico entrando por las ventanas y nos esperaba este paisaje todas las mañanas nada más abrir la puera. Así es normal que no apetezca volver a la rutina.
No quería ni imaginarme la factura del agua para poder regar un parque tan grande. . . porque. . . ¡mira que lo tenían verde! |
Tomé buena nota de todas las indicaciones que me fueron dando, eso sí, como premio por prestar tanta atención, me gané unas buenas carreras por la arena y algún que otro chapuzón. |
Embobados por las vistas y encantados, volvimos a casa. Con ganas, siempre, de repetir. |
domingo, 15 de junio de 2014
CONTANDO PRIMAVERAS
Oigo que dicen de mí que soy "un perro de casa". Nada de dormir a la intemperie ni de ir por la calle sin supervisión, los mejores cuidados, alguna cosica rica para acompañar al pienso, con derecho a un trocito del sofá y pegadica a mi humana todas las horas posibles.
Todos los perros que me rodean tienen esa suerte, pero no todos pueden presumir de poder compartir con su humano tantas y diferentes experiencias como yo.
Muchas primaveras, veranos, otoños e inviernos llevo ya junto a ella, pasando momentos duros, pero también otros increíbles. Aquí os dejo una muestra. Diferentes años. . . pero misma esencia.
Todos los perros que me rodean tienen esa suerte, pero no todos pueden presumir de poder compartir con su humano tantas y diferentes experiencias como yo.
Muchas primaveras, veranos, otoños e inviernos llevo ya junto a ella, pasando momentos duros, pero también otros increíbles. Aquí os dejo una muestra. Diferentes años. . . pero misma esencia.
Primavera entre flores, ¡menos mal que no somos alérgicas al polen!. |
El otoño, perfecto para escaparnos a cualquier lugar |
Y si en invierno encontramos nieve, ¡no se puede pedir más! |
domingo, 8 de junio de 2014
CADA PASEO UNA AVENTURA
¡¡HORA DEL PASEO. . . SIIII!!. Son los mejores momentos del día. Y si mi humana no trabaja y tenemos tiempo para una larga salida. . . . eso no tiene precio.
Todo el mundo sabe que los de mi especie percibimos enseguida cuándo se acerca ese momento. Es cierto que la mayoría de las veces es porque se suelen dar a la misma hora, y tenemos un reloj interno increíble. En mi caso, ayuda mucho el que mi humana se empiece a vestir con lo que ella llama "ropa de perro" y empieza a preparar cosas como si nos fuéramos a mudar: correa, pelota, chuches, bolsas, botellines de agua. . .
Aunque me encanta salir, lo de andar por andar sin más no va conmigo. A mi me gusta que cada paseo se convierta en una aventura. Y en eso mi humana y yo somos expertas.
Como nos gusta ir por sitios poco transitados, nos metemos campo a través, por donde es más complicado y casi siempre está más embarrado. A mi me encanta porque todo se vuelve más interesante, aunque si nos acompaña mi humano adoptivo nos limitamos a dar paseítos como el resto de los mortales, porque dice que esos son caminos de cabras y que tenemos que ir por donde van las personas civilizadas.
Pero cuando mi humana, mi hermana perruna Luka y yo nos vamos por el monte, me lo paso pipa olfateando los rastros de los conejos y persiguiendo a los que corren a toda prisa hacia los cados. Tengo que reconocer que yo no tengo la vitalidad de antes, pero Luka sí, cómo disfruta. . . y mi humana nos deja porque nunca alcanzamos ninguno.
Hemos vuelto a casa con más de un arañazo por las zarzas, rasponazos al resbalar por las grandes pendientes o de barro hasta las orejas, con más de un gorrión caído del nido o contando que hemos salvado algún erizo de morir atropellado, y aunque a mi humano adoptivo no le gusta mucho nuestra pasión por lo desconocido, él siempre está ahí, cuando volvemos como si de la guerra se tratase, con algún animalillo transquilado o con muchas ganas de contar alguna anécdota que nos ha ocurrido.
La verdad es que disfrutamos mucho las dos, bueno, las tres, desde que hace ya un tiempo comparto aventuras con Luka, pero esa historia la dejamos para otro día.
Todo el mundo sabe que los de mi especie percibimos enseguida cuándo se acerca ese momento. Es cierto que la mayoría de las veces es porque se suelen dar a la misma hora, y tenemos un reloj interno increíble. En mi caso, ayuda mucho el que mi humana se empiece a vestir con lo que ella llama "ropa de perro" y empieza a preparar cosas como si nos fuéramos a mudar: correa, pelota, chuches, bolsas, botellines de agua. . .
Aunque me encanta salir, lo de andar por andar sin más no va conmigo. A mi me gusta que cada paseo se convierta en una aventura. Y en eso mi humana y yo somos expertas.
Como nos gusta ir por sitios poco transitados, nos metemos campo a través, por donde es más complicado y casi siempre está más embarrado. A mi me encanta porque todo se vuelve más interesante, aunque si nos acompaña mi humano adoptivo nos limitamos a dar paseítos como el resto de los mortales, porque dice que esos son caminos de cabras y que tenemos que ir por donde van las personas civilizadas.
Pero cuando mi humana, mi hermana perruna Luka y yo nos vamos por el monte, me lo paso pipa olfateando los rastros de los conejos y persiguiendo a los que corren a toda prisa hacia los cados. Tengo que reconocer que yo no tengo la vitalidad de antes, pero Luka sí, cómo disfruta. . . y mi humana nos deja porque nunca alcanzamos ninguno.
Hemos vuelto a casa con más de un arañazo por las zarzas, rasponazos al resbalar por las grandes pendientes o de barro hasta las orejas, con más de un gorrión caído del nido o contando que hemos salvado algún erizo de morir atropellado, y aunque a mi humano adoptivo no le gusta mucho nuestra pasión por lo desconocido, él siempre está ahí, cuando volvemos como si de la guerra se tratase, con algún animalillo transquilado o con muchas ganas de contar alguna anécdota que nos ha ocurrido.
La verdad es que disfrutamos mucho las dos, bueno, las tres, desde que hace ya un tiempo comparto aventuras con Luka, pero esa historia la dejamos para otro día.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)